Son ya 406 años del nacimiento de este gran artista. Rembrandt Van Rijn.
Nacido en Leyden, en 1606. A los 18 años era ya maestro y contaba con varios discípulos. Es así como se reconoce sobre todo porque esta lo ubicó como el maestro del claroscuro y del retrato por el matiz y brillo que le aplicaba a sus obras.
A partir de los años cuarenta se incrementó la tensión dramática de su obra, puso más empastes y tonalidades sombrías.
El último período del artista fue de soledad; los pedidos escasearon y también los discípulos. Falleció en 1669. En su caballete se encontró una obra no terminada de Simeón ante el niño Jesús, como un presagio de su propia ancianidad ante la justicia divina.
Pero hoy, quiero enfocarme en una obra en particular: Danae.
El cuadro, un óleo sobre lienzo de 81,1 x 67,8 cm, muestra a una joven, de medio cuerpo, incorporándose del lecho y descorriendo con la mano izquierda una cortina de color rojo.
Es una pena que en 1985, un hombre le arrojara ácido en la pintura que colgaba en la exhibición en el Museo del Hermitage. También cortar la lona dos veces con un cuchillo. Las partes más dañadas de la pintura fueron a la cara y el pelo de Danae, su brazo derecho y las piernas. La restauración de la pintura comenzó el mismo día, y fue terminada doce años después. Entonces el hombre que lanzó el ácido fue posteriormente declarado DEMENTE y con mucha razón.
En otro detalle, se observa que mientras el brazo derecho lo mantiene apoyado en un almohadón, al tiempo que intenta cubrirse el pecho con la mano. Incluso la joyería que lleva puesta hace intuir que no es una mujer de bajo status.
Rembrant, fue un pintor que dejó marcada herencia a grandes artistas venideros, como Goya y Delacroix, y fue denominado por los expertos como el mejor grabador de todos los tiempos, una faceta que el artista cultivó de forma imbricada a su pintura.
Es así como esta pintura me expresa y transmite paz gracias a los colores bajos en intensidad y la calma notable de la mujer que en esta obra aparece. Es una obra relajante y agradable a la vista.
Cuando una persona mira un cuadro es evidente que verá una serie de aspectos y otros que no verá. De los aspectos o características que vea unas las podrá definir y otras no sabrá.